Un hogar fuera del hogar
Por Federica Chiarino | @FedeChiarino
Cuando un nuevo huésped ingresa, los más curiosos salen a recibirlo. Otros, más osados, incluso se presentan. Los más temerosos o desconfiados, se esconden y espían desde lejos. Algunos duermen, otros juegan, comen o toman sol. Francisco, el encargado, le da la bienvenida a los recién llegados.A todos se los ve felices, despreocupados, y Virginia se asegura de que sus dueños también lo estén. Este no es un hotel tradicional: es Yellow, un hotel para gatos fundado por Virginia Gómez en el año 2013.
Todo comenzó en 2012, cuando Virginia trabajaba en el sector de comunicación de un importante estudio de abogados. Tenía 37 años y era muy trabajadora, organizada y perfeccionista. Sin embargo, al cabo de un año la desvincularon sin un porqué. Así, de un día para otro, se encontró sin empleo y debía encontrar algo para subsistir. Tras una etapa de desconcierto, una charla con su almohada la ayudó a encontrar lo que quería hacer.
“¡Ya sé!”, dijo un día al despertar, “voy a poner un hotel para gatos”. Desde muy pequeña, siempre le habían gustado los animales. Su primer gato se lo trajo desde Tacuarembó -donde pasó varios años de su infancia-, escondido en un bolso. En el viaje a Montevideo, la madre sintió los maullidos. Virginia trató de disimularlo, pero no era posible. Tras los primeros rezongos de su madre y la orden de tirar el gato por la ventana, su progenitora cedió, y Virginia pudo quedarse con Mishi. Desde ese entonces, siempre tuvo gatos, y también perros. Su vocación era indiscutible.
Pero al empezar a difundir su idea, conocer opiniones y consejos, todo era negatividad. “Andá buscando un trabajo de ocho horas porque no va a funcionar”, le dijo alguno. Virginia se tapó los oídos y solo escuchó a su mejor amiga, Patricia, dueña de Sigor Hotel para perros, que desde su experiencia la impulsaba a hacerlo, con la certeza de que le iba a ir bien.
Decidida, y bajo la premisa de que para hacer las cosas hay que hacerlas bien, Virginia inauguró Yellow Hotel para gatos el 31 de diciembre de 2013 en su apartamento en el barrio Pocitos, más precisamente en Roque Graseras y Scosería. Era en planta baja y su tamaño pequeño, y aunque solo tenía seis gateras, poseía un lindo patio donde los gatos podían tomar aire y jugar. El 30 de diciembre, un día antes de su inauguración, Virginia ya tenía su primer huésped. “Y desde que empecé, no paré de trabajar nunca”, dijo. En tres años de existencia, Yellow solo ha tenido dos o tres días sin huéspedes. Ver nota completa acá